Estos «Estados Generales» tendrán lugar en el año 2000 en París, en la Sorbona, en el mes de julio. El objetivo es de que se formen en diferentes países, grupos que tengan tiempo de reunirse, de trabajar y de producir el resultado de su reflexión, lo cual no excluye las propuestas individuales ni las de las instituciones existentes.El programa de las Jornadas se hará en función de las propuestas que recibirán los responsables de la organización en los diferentes países. La lista de esos responsables figura a dentro del programa.
Un comité de preparación necesariamente debe formarse, pero al igual que este llamado, sólo tendrá por función traducir una inquietud y una preocupación que creemos son ampliamente compartidas y que ya se han puesto de manifiesto como tales. La razón de estos Estados Generales y el alcance de su realización sólo tienen sentido a condición de que no pertenezcan a ninguna instancia particular, individual o colectiva, y no puedan ser reivindicados por ningún grupo que ya esté legalmente o legítimamente constituido. Los Estados Generales deben poder debatir ellos mismos sobre su propia legitimidad. Esta es una regla indispensable. Los compromisos concretos, efectivos, que puedan surgir de estos Estados Generales no pueden afirmarse sino en la medida en que sean independientes de las organizaciones existentes y de aquellos que hoy en día tienen en ellas la iniciativa y la responsabilidad. Lo que no quiere decir que no es deseable que dichas organizaciones reconozcan lo bien fundado de esta convocatoria. Pero lo que determina la urgencia de una transformación de la situación del psicoanálisis en este fin de siglo, supera ampliamente las fronteras de cualquier institución o de cualquier iniciativa personal.
Si este llamado toma el nombre de Estados Generales, para interrogar lo que se hizo, lo que se hace hoy, y lo que se hará mañana en nombre del psicoanálisis, o bajo ese nombre, es precisamente para que se pueda esperar, en virtud de la referencia histórica designada por dicha apelación, que se inaugure una exigencia nueva que no se sostenga en los mandatos jerárquicos sino en el deseo y en la decisión de los participantes.