LA ESCUELA

En la ENP, Escuela de Nacional de Psicoanálisis, creemos en la necesidad de una resignificación del sentimiento histórico, filosófico, económico, cultural, tanto como lo que llama la ortodoxia y la no ortodoxia, (que de fondo puede ser lo mismo): el “saber psicoanalítico”, para dar posibilidad a una autonomía expresiva que propenda a la acción propia, a la posibilidad de una manifestación genuina de la individualidad tan necesaria para todo hombre, para toda mujer, y principalmente para todo niño y para toda niña, todo ello así como para toda edad y tiempo. Re-pensar, re-sentir, psicológica, histórica, cultural, filosóficamente, es la propuesta de la ENP.

Mirar, sentir, vivir, y tal vez, y sólo tal vez, a trabajar la sociedad entre sus complejas y siempre contradictorias dinámicas agresivas a la unidad de la personalidad.

El pensamiento de Freud, sus experiencias sensibles hacia el sufrimiento de su tiempo, registradas con sutil detalle en sus obras completas, y sobre todo la insobornable filosofía de Nietzsche, cabal como una saeta que cruza el horizonte psicoanalítico nuestro, el de la ENP, que la hemos incrustado en el pecho del mismo Freud, a nuestro antojo y sólo a nuestro antojo, tanto como hemos incrustado los exámenes capitales de Marx, incrustando en el pecho de la ENP también por su puesto la admirable poesía de Cesar Vallejo por su insubordinable semiótica y su genuina independencia lingüística, sentido por nosotros como un referente de indocilidad a las estructuras del lenguaje, del habla castellana, dominante último o primero de la esencia expresiva del sentir gregario, enemigo número no de nuestra escuela de pensamiento. lacan y alice miller.

Básicamente, nos asiste ello y mucho menos sin duda en la tarea de comprender el sentimiento de la sociedad y la cultura, en especial la colombiana, la nacional, que es efecto del sentir del mundo y que en ultimas es la pulsión que palpita en nuestro pecho, tratándola de abordar desde puntos de vista autónomos, nuestros, que al fin y al cabo están atravesados por este maremagno de contrariedades, pero que de todas formas queremos que propendan a la independencia de criterios y a la liberación del sujeto de acuerdo a sus propias dinámicas de relación.

Por ende, la ENP está lejos de la ligadura de lo que se llama la tradición psicoanalítica, lejos incluso de Freud mismo en cuanto el freudianismo, abismalmente lejos del pensamiento de las corrientes psicoanalíticas en cuanto sus encadenadas escuelas de orden jerárquico tanto como de sus designaciones honoríficas, y abismalmente lejos de cualquier formas de servilismo académico o institucional. A mil millas está la ENP de paternidades maestriles que bien van en dirección contraria a nuestra incorregible y antiquísisma voluntad autónoma prefreudiana, prenietzscheana, premarxista, prevallejiana, y preacadémica. la ENP no educa.

Pero para describir un poco lo que es y lo que no es esta Escuela, he recogido algunos fragmentos de una narración de hechos y pensamientos escrita y leída por Federico Nietzsche en 1872, una conferencia sobre “el porvenir de las instituciones educativas”, reformada por mí en algunas cosas, como en la conjugación de la persona, (de la tercera persona la he incrustado a la primera), en razón de que pongo en ello mi responsabilidad propia en la que asumo en ello mi manifiesto vacío, en el que justamente di nacimiento a esta llamada escuela de pensamiento; es decir, que ella ha nacido en el mayor vacío, y por ello soy responsable de él, y de ella. Asumo toda responsabilidad de su estética, pues la ética psicoanalítica nos parece ya de sí contradictoria en sus elementos esenciales, pues hoy, y más que nunca quizás, o quizás como siempre lo ha sido, siento gravitar ahora una irreprimible necesidad de hombre autónomo, artista: libre. A través de esta Escuela me doy en la forma más libre que puedo como cosecha de mi quehacer en el arte y en la psicología, que en mí son una sola cosa. El análisis del Soy es aquí sólo un efecto, consecuencia intuitiva de una íntima insuficiencia, que para la ENP es la causa mas verídica. Pues son en verdad las palabras de Nietzsche y el sentir de Vallejo lo que más se ajusta al pensamiento y la razón de ser de esta Escuela:

“Pasó así un tiempo, durante el cual el ocaso se oscurecía cada vez más y el recuerdo de mi juvenil empresa cultural se presentaba cada vez más claro ante mí. Así, pues, pensaba que debía la mayor gratitud a mi extraña asociación con el arte: había sido, no sólo un complemento -por decirlo así- de mis estudios fuera del bachillerato, sino también una auténtica asociación rica en frutos en cuanto abismal de lo Académico, en cuyo marco había introducido también mi innata y temprana intuición de pintor, considerada por mí como un medio particular para mi aspiración de sobrevivir a esa universal cultura pensante, analizante, gobernante, aleccionante.

“Era consciente de no haber pensado en mi llamada profesión como psicólogo gracias a mi sociedad irrefrenable con el arte, pues la explotación casi sistemática de esos años por parte del Estado, que quería y quiere formar lo antes posible a empleados útiles para asegurarse de su docilidad incondicional, con exámenes sobremanera duros, por ejemplo, con el adriestramiento a sistemas de pensamiento utilitarios basados en el premio y el castigo para quien se adapte o no respectivamente a ellos, todo esto había permanecido alejado mil millas de mi formación. Y el hecho de que no supiera en ese entonces como ahora con precisión lo que sería, y de que ni siquiera me preocupara lo más mínimo de ese problema, demostraba lo poco que había estado determinado por instinto utilitario alguno, por intención alguna de obtener rápidos avances y de recorrer una veloz carrera, y de jamás nunca haber tenido el absurdo “proyecto de vida útil” tan impuesto en estos días por medio todos los niveles educativos. Mi asociación con el arte había alimentado semejante despreocupación dichosa: en el advenimiento de la Universidad de aquélla época me sentía agradecido de todo corazón a dicha despreocupación. Los que estuvieron cercanos en esos años a mí lo supieron bien, ya que semejante goce del instante, sin objetivo alguno, semejante balanceo en la mecedora del instante, debió parecer casi increíble -y, en cualquier caso, censurable por aquella y por esta época, hostil a todo lo que es inútil.- ¡Qué inútil era! Habría podido disputar a nadie el honor de ser el más inútil. No quería significar nada, representar nada, tender hacia nada, quería carecer de porvenir, lo único que quería era no ser útil para nada, cómodamente tendido en el umbral del presente: ¡y realmente era todo eso, bueno para mí, pues nada había y hay tan lejos de lo que pienso, soy y siento, que lo que dejó en mí mi paso por La educación, en cuyo seno se fragua como finalidad la enseñanza de los sistemas estructurales de la servidumbre del pensar.»

Bien, así que, para expresar y recomponer ahora sí el espíritu de la ENP, pondré ahora sí fielmente las palabras del Filósofo como emblema nuestro y solo nuestro:

Entonces, respecto de la ENP:

“No queremos significar nada, representar nada, tender hacia nada, queremos carecer de porvenir, lo único que queremos es no ser útiles para nada, cómodamente tendidos en el umbral del presente; y realmente somos todo eso, bueno para nosotros.”

Jesus Hernandez

Director